Peligros de desconocer a Dios
Si el propósito principal de nuestra vida como cristianas en conocer a Dios y relacionarnos con El, debemos entender cuáles son los peligros de no ir tras este objetivo.
En el viaje de la vida, entender quién es Dios y cómo se relaciona con nosotros es fundamental. La falta de conocimiento de El no solo limita nuestro entendimiento espiritual, sino que también conlleva riesgos y consecuencias significativas. En este artículo, descubre cómo la ignorancia espiritual puede impactar nuestras vidas y nuestro camino hacia la plenitud espiritual.
Falsa imagen de Dios e idolatría
Ante la falta de un verdadero conocimiento de Dios, las personas moldean sus propias percepciones y construyen una representación de Dios a su propia imagen y semejanza o según sus propias opiniones (Sal 50:21). Sin embargo, esta interpretación personal inevitablemente resulta en una visión distorsionada y disminuida de la persona de Dios. Esto, sin duda, conducirá a la adoración de un dios falso (Jn 4:22).
Cuando dirigimos nuestra adoración hacia cualquier entidad que no sea el Dios verdadero, caemos en el pecado de la idolatría. Incluso aquellos que nos identificamos como cristianos podemos cometer este error cuando carecemos de un conocimiento auténtico de Dios. En estas circunstancias, creamos una versión falsa de Dios en nuestras mentes y terminamos adorando a esta creación ficticia en lugar del Dios real.
Este panorama es oscuro, ya que la idolatría nos aleja de Dios, nos priva de vivir en plenitud con Él, nos impide vivir el propósito para el cual fuimos creadas: vivir en estrecho compañerismo con Él para la alabanza de Su gloria. Como si esto no fuera ya suficientemente trágico, la idolatría es fuertemente condenada en la Biblia en varias instancias. En el Antiguo Testamento, específicamente en los Diez Mandamientos (Éx 20:3-6), Dios instruye claramente a su pueblo a no tener otros dioses además de Él, ni hacer ídolos ni postrarse ante ellos. Se destaca que Él es un Dios celoso y que la idolatría puede llevar a consecuencias para las generaciones venideras.
A lo largo de los profetas, como en Isaías y Jeremías, se denuncia continuamente la idolatría y se advierte sobre sus consecuencias destructivas. En el Nuevo Testamento, el apóstol Pablo también aborda la idolatría, mostrando cómo alejarse de Dios para adorar imágenes o cosas creadas lleva a una mentalidad equivocada y a un alejamiento de la verdad (Ro 1:21-23).
La condena bíblica a la idolatría se basa en que Dios es único, soberano y merecedor de toda adoración. La adoración de ídolos o cualquier otra cosa o persona en lugar de Dios está en contra de Su voluntad y, en última instancia, nos aparta de la verdadera relación y compañerismo con Él.
Incredulidad
La falta de un conocimiento verdadero de Dios produce una representación errónea de Él en la mente humana, por tanto se desconocen o se tergiversan los atributos de Dios, su voluntad, y su verdad. Esto puede conducir a una fe débil, falsa o derechamente, incredulidad. No es posible tener fe en un Dios del cual no ha oído hablar, no se ha leído, no se conoce.
Esto no solo aplica en el caso de un pecador que necesita creer para su salvación, sino también a la confianza y fe del creyente en Dios, esenciales para vivir una vida cristiana plena. Solo aquellos que conocen el nombre de Dios depositarán su confianza en El. (Sal 9:10).
La falta de fe en un cristiano puede lucir de distintas maneras:
Debilidad espiritual: La falta de fe puede debilitar la relación personal con Dios, dificultando la confianza en Su guía y provisión.
Inseguridad: Un cristiano con falta de fe puede experimentar inseguridad en su caminar espiritual, dudando de su salvación o de la dirección divina en su vida.
Dificultad para superar desafíos: La falta de fe puede hacer que sea más difícil superar obstáculos o desafíos, ya que se puede carecer de la confianza en que Dios proveerá las soluciones necesarias.
Falta de paz interior: La ausencia de fe puede generar ansiedad, preocupación y falta de paz, ya que se pierde la confianza en el cuidado y el amor de Dios.
Estancamiento espiritual: La falta de fe puede llevar a un estancamiento en el crecimiento espiritual, limitando la capacidad de experimentar la plenitud de la vida cristiana y la profundización en la relación con Dios.
Dificultad para enfrentar pruebas: Ante las pruebas y tribulaciones, la falta de fe puede resultar en desaliento o desesperanza, en lugar de encontrar fortaleza y consuelo en la fe en Dios.
La incredulidad puede entonces afectar en múltiples aspectos la vida espiritual y emocional de un cristiano, limitando su capacidad para vivir plenamente según los principios y promesas de Dios.
Indiferencia al pecado
No conocer a Dios puede llevarnos a vivir adormecidas frente a los peligros del pecado. Dios establece en Su Palabra quién es Él, cuál es su voluntad y cómo los seres humanos debemos responder a ambas cosas. Desconocer todo esto, conducirá indefectiblemente a errar en estas demandas de Dios.
Quienes carecen de un conocimiento auténtico sobre Dios y Su voluntad se sumergen en el pecado y se apartan de Él, actuando como si fueran sus propios guías, sin tener en cuenta la dirección divina.
Los preceptos de Dios permanecen inmutables, al igual que nuestra inclinación al pecado. A medida que ignoramos el conocimiento de Dios, aumenta nuestra tendencia a comportarnos sin límites y a adoptar conductas pecaminosas, que se vuelven imperceptibles para nosotras.
Esta actitud de vida conduce a la destrucción y el juicio de Dios. Es lo más aterrador que podemos enfrentar. El juicio está sustentado en que hemos ofendido a Dios, por lo tanto desatamos su ira, la justa indignación de Dios hacia los pecadores. Es crucial comprender que no somos víctimas, tenemos una responsabilidad. La Biblia establece que somos inherentemente contrarias a Dios (Ro 1:30) y que nos oponemos a Su ley (Ro 8:7). Nuestra falta de justicia solo nos conducen al rechazo de Dios e incluso a la supresión de la verdad acerca de la naturaleza y la voluntad de Dios.
En conclusión, amigas, el conocimiento de Dios es absolutamente importante y necesario para esta vida terrenal. Perseguirlo trae beneficios eternos y no perseguirlo trae consecuencias eternas. Solamente Jesucristo puede ofrecernos salvación al haber pagado la condena que merecemos por nuestro pecado. ¿Cuál es nuestra parte? arrepentirnos de nuestros pecados, reconociendo que no somos buenas, que necesitamos a Cristo como salvador, y que necesitamos ser transformadas en Su conocimiento, y esto, debe ser un ejercicio diario y constante.
Una vez más, te animo a comenzar a leer las Escrituras y a adentrarte en el conocimiento del Dios verdadero, el Dios que salva.
¿No sabes cómo hacerlo? ¿Por dónde comenzar? Contáctame a contacto@cristocentricas.com y charlemos.