La importancia de conocer a Dios

Conocer a Dios es lo más importante para un cristiano. Sin embargo, es alarmante lo poco que muchos cristianos conocen a Dios.

7/21/20214 min read

El título de este artículo suena obvio: conocer a Dios es importante para un cristiano. Sin embargo, es alarmante lo poco que muchos cristianos conocen a Dios. Yo fui una de esas cristianas, y por mi pobre conocimiento de Dios, mi confianza en El era pobre y mi entendimiento del Evangelio también lo era, lo que, en consecuencia, me hizo vivir un cristianismo errado por muchos años.

Para ser verdaderos cristianos es indispensable que tengamos un encuentro con Dios a través de Su Palabra. La Biblia es la palabra de Dios inspirada e infalible (2 Tim. 3:16). Es absolutamente imposible madurar espiritualmente si no estudiamos constantemente la Biblia, ya que en ella encontramos quién es Dios, conocemos Su carácter, Sus pensamientos, Su voluntad, Sus promesas, Su verdad.

Para confiar en Dios, para creer Su palabra, Sus promesas, para creer que Su voluntad es lo mejor para nosotros, debemos conocerlo a profundidad. Para amarlo y adorarlo, debemos conocerlo. El conocimiento de Dios es un requisito previo a la madurez espiritual y al crecimiento.

En la vida cristiana, la conexión entre nuestras emociones y nuestra comprensión intelectual, así como entre nuestra devoción a Dios y la doctrina que seguimos, es crucial. Aunque nuestras emociones y experiencias son significativas, la Biblia nos enseña que no constituyen un fundamento sólido para nuestro camino espiritual (Jer. 17:9). Más bien, son las verdades arraigadas en las Escrituras, entendidas con la mente y transmitidas a través de la doctrina, las que establecen la base firme sobre la cual edificamos nuestras creencias y acciones. Esto nos permite discernir la validez de nuestras emociones y vivencias. La mente y el corazón son lo mismo; así, la doctrina no limita nuestra devoción, sino que la potencia. Ambos, mente y doctrina, son esenciales y se entrelazan para fortalecer nuestra fe.

Nuestro Señor Jesús nos dio el mandamiento de amar al Señor con todo nuestro ser (Mt. 22:37) y también nos dejó claro que debemos adorarlo de manera genuina, auténtica (Jn. 4:24).

Sumergirse en las Escrituras es más que una mera práctica intelectual; es una disciplina que fusiona la devoción con la búsqueda apasionada de Dios. Esta exploración nos conduce a una transformación profunda, produce nuestra obediencia y enciende una adoración auténtica. El propósito detrás del estudio bíblico va más allá de acumular información; se trata de conocer íntimamente a la Trinidad: Dios Padre, Dios Hijo y Espíritu Santo. Es en este encuentro donde se halla la verdadera riqueza del conocimiento espiritual y personal.

Una mentora que tuve hace muchos años, quien me enseñó mucho acerca de Dios, me sugirió que siempre que leyera una porción de la Biblia, escribiera en un cuaderno o libreta lo que había aprendido acerca de Dios, de Jesús o del Espíritu Santo. Lo he practicado hasta ahora y puedo decirte que ha sido una forma de conocer de una manera sólida a Dios, de confiar plenamente en Él, de verlo como un Dios Padre, protector, cercano, y no como a un Dios inalcanzable. Gracias a esto, cuando he pasado por grandes dificultades, siempre mi confianza ha estado firme en Él, Él ha sido el ancla que, cuando he estado en tormenta, me ha sostenido y mantenido ilesa. Te invito a que lo hagas tú también. A que cada día leas pausadamente una porción de la Biblia, y registres en un cuaderno todo lo que aprendes de Dios. Luego, durante el día, piensa en esa enseñanza, recuérdala, guárdala en tu mente (Deut. 11:18). Verás como esto va dando su fruto. Verás cómo crecerás en el conocimiento de Dios y crecerá tu Fe y amor por El (Rom. 10:17)

El cristianismo tiene como base y fundamento las enseñanzas de Jesucristo. Se trata en esencia, de la persona y obra de Dios. Es por esta razón que debemos buscar conocerlo, de una manera activa e intencional.

Jeremías 9:23-24 dice:

"Así dice el Señor: «Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, ni el poderoso de su poder, ni el rico de su riqueza. Si alguien ha de gloriarse, que se gloríe de conocerme y de comprender que yo soy el Señor, que actúo en la tierra con amor, con derecho y justicia, pues es lo que a mí me agrada —afirma el Señor—".

Este pasaje nos indica que el conocimiento más importante y esencial que puede tener una persona es el conocimiento de Dios, la comprensión de que El es el Señor del Universo y que todo lo que hace, lo hace con amor y justicia.

Querida lectora: te invito a que te adentres en el conocimiento de Dios. Comienza hablando con El, expresándole tu deseo de conocerle. Luego, planea una cita diaria con El, agenda, El es la persona más importante de tu vida, la que debe ocupar el primer lugar en tu agenda y en tu corazón. En esa cita, habla con El, dándole gracias por sus bondades, por sus bendiciones, también por las dificultades que tengas, porque con ellas, estás creciendo (Stg. 1:2); confiésale tus faltas, reconoce tu ofensa a El y arrepiéntente (1 Juan 1:9); pídele que te de sabiduría y entendimiento para entender Su palabra (Juan 14:26) y pasa tiempo leyendo una porción de la Biblia, reléela y trata de entender el mensaje central. No interpretes. Solo observa y escribe lo que esa porción dice acerca de Dios, de Jesús, o del Espíritu Santo. Luego, descubre si el pasaje te está dando una enseñanza, instrucción, corrección, o prohibición para ti mismo. Escríbelo y ora confirme a eso pidiéndole a Dios que te ayude a ser obediente a esa Palabra (Fil. 2:13).

Este es un buen comienzo básico, simple y aplicado. Es un objetivo alcanzable que puedes plantearte en cualquier momento del año. Oro por ti que estás leyendo para que vayas a la acción y puedas conocer a Dios y comprender y disfrutar de Su plenitud (Ef. 3:14-19).

¿No sabes cómo hacerlo? ¿Por dónde comenzar? Contáctame a contacto@cristocentricas.com y charlemos.